Acceso privilegiado es la clave. En una salida por el barrio yungay, que inevitablemente me transportó a mediados de los 80, cuando me encontré con el señor de la calle cueto.
Luego del recorrido del barrio, y al retorno a la plaza, una señora nos ofrece ingresar a la Iglesia San Saturnino, antes de abrirla al público. No me apasionaba el tema, por razones que muchos conocen, pero de inmediato me cautivó la escalera caracol hacia el coro. Nuevamente fuimos autorizados a subir y allí estaba… Un órgano abandonado, destruido por el paso del tiempo.
Sin duda ameritaba múltiples tomas y con enfoque selectivo.